LA INFLUENCIA LITERARIA DE RICARDO PALMA EN SUS HIJOS:
ANGÉLICA PALMA
Ponente: Tania C. Gutiérrez Samanez
Profesora de Lengua y Literatura
Investigadora de literatura femenina
Universidad Ricardo Palma
Lima - octubre- 2007
La segunda mitad del siglo XIX fue una etapa de afirmación de la nacionalidad peruana y el egregio escritor Ricardo Palma se constituyó en el guía y mentor de toda una generación de escritores y escritoras que se reunían en torno al maestro para compartir ideales e inquietudes en favor de una auténtica literatura nacional.
Entre los años de 1876 y 1877, Palma presidía las inolvidables veladas en casa de la escritora argentina Juana Manuela Gorriti, que tuvieron como antecedente en la Colonia las reuniones que promovía Manuelita Orrantia, hermana del Conde de San Isidro; de esa manera y sin abandonar el hogar familiar las mujeres manifestaban sus primeros escarceos literarios.
En 1887 en la residencia de la escritora cusqueña Clorinda Matto en la calle Calonge Nº 58, se realizaban veladas. Clorinda hacia conocer a los literatos de Lima, el pensamiento de los pobladores del ande. En estas reuniones muy niña Angélica Palma, recitó un poema de Mercedes Cabello de Carbonera sobre la “Mujer Escritora” y el tradicionista había sonreído orgulloso, presintiendo que su hija seguiría sus pasos en el mundo de la literatura.
Evocando aquellas famosas veladas, Angélica Palma, escribía: “... las Veladas se celebran quincenalmente, tenía por escenario una sala espaciosa, de esas de antiguo caserón de Lima, con muros sólidos y elevado techo; quizá a cada lado de la puerta de entrada habría una ventana labrada roja con ancho y bajo alféizar como para brindar asiento cómodo a alguna pareja deseosa de aislamiento; acaso las mamparas tendrían cristales de colores, cortados en trozos de regular tamaño y caprichosa geometría; colocado al centro de una de las paredes un Erard o un Pleyel mostraría su teclado marfileño; en la fronteriza, dos espejos de marco dorado parecían casi apoyados en sendas consolas de jaspeado mármol y patas curvas; la alfombra sería enteriza y floreada; sofás y sillones de los de medallón, con respaldo y brazos protegidos por adornos de crochet; y no faltaría la indispensables mesa de centro, rodeada de sillitas ligeras y soportando en su tablero el peso de un álbum enconchado repleto de retratos, entre los que se vería infaliblemente a la reina Victoria y a la Emperatriz Eugenia, y el más leve jarroncillo con esbeltas varas cuajadas de margaritas intensamente aromadas”.
A estas veladas asistían: Manuela Villarán de Placencia, cuya obra propiciaba el retorno al mundo pastoril; Cristina Bustamante, llamada por Palma “Hada gentil de rizos cabellos y ojos fascinadores que melodiosos trinos arrancaba de su garganta de ruiseñor” la poetisa Adriana Buendía, las escritoras Mendiburo de Palacios; Mercedes Cabello de Carbonera y Lastenia Larriva de Llona; entre los escritores figuraban: Abelardo Gamarra “El Tunante”, Manuel Adolfo García, Acisclo Villarán, Teobaldo Corpancho, Numa Pompilio Llona, Alberto Ureta. En estas veladas Clorinda Matto, leía sus Tradiciones que luego publicaba en “El Perú Ilustrado”.
Este fue el contexto cultural donde Angélica Palma, nutrió su espíritu de poesía y arte, apreciando la obra de las escritoras y poetas de la época, quienes dieron marco al nacimiento de la Literatura Nacional.
DATOS BIOGRÁFICOS.
Angélica Palma Román, nació en Lima el 25 de Octubre de 1878. Hija del escritor Ricardo Palma y de Cristina Román, realizó sus estudios bajo la dirección de la notable pedagoga Teresa González de Fanning.
Sus biógrafos la describen de cenceña y grácil figura, casi incorpórea por su delgadez, de faz cálidamente morena, de grandes ojos negros que irradiaban un vivo fulgor que le envolvía como visible emanación de su espíritu, de aguda inteligencia y de burlona gracia limeña, algo parecida a la sevillana, su trato la hacía irresistiblemente simpática, de conversación amena, juicio sólido, ingeniosidad discreta, distinguida modestia, delicadeza moral, probidad y lealtad acrisoladas, dulce y risueña. Heredó el limpio y castizo castellano de su padre y maestro. Como hija fue amantísima, desempeñaba aquella triple tarea de lazarillo, enfermera y secretaria que no hubo otra limeña dechado de amor filial; a fuerza de desvelos entrañables, prolongó la vida de su padre, fue una sacerdotisa del hogar paterno.
Su inclinación por las letras se manifestó desde niña, cuando asistía con su padre a las famosas veladas literarias organizadas por Clorinda Matto, en donde seguramente se respiraba una atmósfera intelectual. Conocería a Amalia Puga natural de Cajamarca; Mercedes Cabello, de Moquegua; Carolina Freire, de Tacna, escritoras que habían leído a Flaubert, Sthendal, Zolá y a la española Fernán Caballero.
A la muerte de su madre Cristina Román en 1911, Angélica no se apartó jamás del lado de su padre.
Se crió y creció en el despacho de Ricardo Palma, entre libros viejos y nutrida correspondencia, produciéndose una influencia del saber y el espíritu de Don Ricardo.
En 1892, acompañó a su padre en su viaje a España, junto a su hermano Ricardo: Palma representaba al Perú en el Noveno Congreso Internacional de Americanistas.
A la muerte de Palma, Angélica y sus hermanas Augusta y Renée, se abocaron a la tarea de publicar la obra del tradicionista. El libro “El Palma de la Juventud” – Lima (1921), constituyó un notable aporte a la literatura Infantil y Juvenil Peruana.
Entre 1921 y 1923 se establece en Madrid y se encarga de la edición de las Tradiciones Peruanas (Madrid 1921 - 1925), viaja por Francia, Bélgica e Inglaterra.
En 1926, asiste al Congreso Interamericano de Mujeres en Panamá, y en 1929, retorna nuevamente a Europa, nombrada por el Gobierno del Perú delegada a la Exposición Internacional de Sevilla, asiste al Congreso de Historia en Barcelona, donde da a conocer su trabajo sobre el Virrey Abascal, para luego viajar a Italia. En 1931 retorna a Lima y en julio de 1935 el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública de Argentina la invitó para dictar charlas y conferencias, y participar en diversos homenajes como la develación de un busto de su padre, donado por el Instituto Nacional de las Lenguas Vivas “Juan R. Fernández”. Angélica dictó charlas y conferencias en el teatro Cervantes y participó en el homenaje que le rindió a Palma la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; en agosto de 1935 visitó la Plata y Montevideo; viajó a la ciudad de Rosario, pero al poco tiempo cayó enferma siendo internada en el Sanatorio Británico de la ciudad de Buenos Aires, atacada de neumonía y pleuresía. Dejó de existir en agosto de 1935.
Sus restos fueron repatriados de Buenos Aires al Perú, el 21 de marzo de 1936 y enterrados en el cementerio de Lima. Las sociedades “Entre Nous” y “Amigos de Palma” le tributaron sentido homenaje.
La Obra Literaria de Angélica Palma
En 1925, Angélica Palma figuraba como miembro activo de la sociedad “Entre Nous” institución que fue su hogar espiritual.
Ofrece su primera conferencia en 1925 con el titulo de “Charla Hispánica”, ya que aprendió a amar a España cuando viajó con su padre a la península, decía “que sólo conociéndola de cerca podemos comprender y aquilatar su influencia en el mundo y su contribución valiosísima a la civilización moderna”, más adelante se ocupa de toda esa pléyade de mujeres célebres españolas que figuran en la historia por su decisión y carácter, tal el caso de Isabel de Castilla y de Santa Teresa de Jesús o la doctora de Ávila, terminando con las grandes cultoras de la lengua de Cervantes y de Calderón de la Barca en los siglos XIX y XX, entre ellas: Fernán Caballero, Emilia Pardo Bazán, Concepción Arenal y concluye con los nombres de sus amigas: Blanca de los Ríos, Concha Espina y Mercedes de Ballesteros.
En 1928 en una charla en “Entre Nous” se ocupa de la vida y obra de las “Mujeres Peruanas”, hace un recuento de las figuras femeninas más brillantes de nuestra historia, desde el incanato, las célebres ñustas y coyas, las aristocráticas virreinas y las célebres poetisas mujeres de letras de la Colonia. Se ocupa de Micaela Villegas “La Perricholi” a quien defiende de los dichos y mal interpretaciones que su persona suscitó en la época del Virreinato, de sus labios salieron también los más bellos loores para nuestra Santa Patrona Rosa de Lima, primera Santa que nació en América, figura sublime de espíritu diáfano y puro, y que Don Ricardo Palma con su pluma ágil y galana nos enseñó a amar desde niños.
Evocó, también, en esta charla la figura heroica de María Parado de Bellido, así como la gallarda figura de la Mariscala Pancha Zubiaga de Gamarra, quien en verdad gobernó al país en ausencia de su marido el Mariscal de Ayacucho Agustín Gamarra. Hizo un comentario de la franco – peruana Flora Tristán y recordó los salones literarios que promovía Juana Manuela Gorriti y concluyó dedicando sentidas frases a su maestra Teresa González de Fanning y a Juana de Dammert a quien llamó “Prez de su sexo y de su patria”.
En 1931, dictó la conferencia titulada “Pancho Fierro, Acuarelista Limeño” que sirvió de prólogo a la colección de acuarelas publicadas con motivo del IV Centenario de Lima en que calificó a Pancho Fierro de “Prodigio de intuición, costumbrista, plácido y risueño, de visión más clara que penetrante, burlón a la manera de Segura y Mesonero Romanos (..) Pancho Fierro gran pintor indocto, ocupa -afirma Angélica Palma- un lugar preferente en la historia del arte peruano, cuyo señorío corresponde a la hidalga sabiduría de don Francisco Lazo”
El 3 de febrero de 1933, al concluir la Semana dedicada a Palma, con los labios temblorosos y los ojos empañados en lágrimas por la emoción, dijo: “Nada dignifica a los seres y a los pueblos como la consideración por los trabajadores intelectuales, como el respeto a la obra, en continua evolución de la inteligencia” y fue idea de la sociedad “Entre Nous” hacer un busto de Angélica en que apareciera junto al padre como la “Vestal de la Supervivencia del Maestro y como la guardadora del fuego sagrado de la inteligencia de la familia Palma, como legado patriótico para el pueblo peruano al que Angélica consagró su culto y a la fama de su padre, dirigiendo la edición Oficial de los tres volúmenes sucesivos sobre la biografía del tradicionista. Prologó la obra “Palma de la Juventud” en 1911, luego Ricardo Palma en Figuras de la Raza (Madrid – 1927), Ricardo Palma, biografía (Buenos Aires – 1933) obra en la que relata sabrosas anécdotas con motivo del Centenario del Nacimiento de Palma, y luego, en artículos y conferencias, no cesó de investigar y difundir la vida y obra de su padre. La excursión a Buenos Aires en que le sorprendió la muerte fue precisamente para asistir a la inauguración de un busto a Ricardo Palma y disertar acerca de las Tradiciones, asimismo, se cuenta que amó profundamente a su madre doña Cristina Román, que tenia aficiones literarias y que se preocupó de la educación de Angélica.
En 1918, publica “Cartas son Cartas” que sale a luz en el Mercurio Peruano y escribe con el seudónimo de Marianela, personaje de la novela de Pérez Galdós. Por esos años Angélica demostraba ser muy tímida, su excesiva reserva le impedía manifestar su talento literario, ya a la muerte de su padre y a poco de haber publicado su novela “Vencida” (Barcelona – 1918) y “Morbus Aureus” (1918) seguida “Por Senda Propia”, y pese a haber escrito estas novelas en 1913 a 1916, no se atrevió a darlas a conocer. Posteriormente las publicó casi simultáneamente.
Los personajes femeninos de las obras de Angélica, constituyen tipos idealizados de mujer: sensitiva, candorosa y sufrida, que encarnan a la mujer de la época, criada para la sumisión. Los personajes masculinos parecen ser inferiores a los femeninos, por su frivolidad y superficialidad. En cuanto al medio ambiente describe el clima de Lima con tibio sol y garúas, y se refiere al mestizaje cultural que existe en el país.
“Uno de Tantos” (1926) fue la obra de mayor aliento de Angélica, ésta sería su novela principal. En ella critica la demagogia, los vicios de la república, el periodismo venal, en síntesis, es un estudio de la patología social.
La obra “Coloniaje Romántico” fue premiada en un concurso literario llevado a cabo en Buenos Aires en 1931 y fue impresa en Barcelona. En “Tiempos de la Patria Vieja”, presenta cierta influencia de Benito Pérez Galdós y toma motivos costumbristas de Lima. En “Morbos Aureus” describe la romería al Señor de los Milagros.
Colabora en el diario “Madrid” de España (1926), algunas de sus crónicas están publicadas en la revista “Variedades” (1924) en una de ellas denuncia las vandálicas modernizaciones y escribe: “…Lima no puede ostentar opulento pasado artístico, porque tiene su historia y su leyenda genuinas. Atentar contra lo que nos habla de ella pretextando la supuesta pobreza de ayer es lo mismo conceder únicamente a los ricos el derecho de estimar las joyas de la familia. Los reyes custodian los diamantes de la corona, los humildes guardan amorosamente el sencillo aro de oro que ceñía amorosa su madre”.
En sus estudios referentes a mujeres célebres, estudió la vida de Cecilia Böhl de Faber (1796 - 1879 en su obra: “Fernán Caballero - La Novelista Novelable”, escritora nacida en España, autora de la Gaviota (1845) La Familia de Alvareda (1856)
En narrativa, Angélica sacó a luz su cuento “Las Dos Voces” que es una pieza sobre el mestizaje andino. Su estilo demuestra moderación y cautela, su feminismo estuvo cifrado en la educación de la mujer, posponiendo la política. Se nota influencia de Benito Pérez Galdós, Fernán Caballero, Emilia Pardo Bazán, de su amiga Blanca de los Ríos y de otros autores sudamericanos, ocupando Angélica un sitial excepcional en las letras iberoamericanas. Fue saludada en España y Argentina; pero, en el Perú le faltó aliento y estímulo. Sus novelas se conocen poco, sólo en círculos intelectuales reducidos se comentaba su obra, y fue gracias al contacto con sus amigas europeas quienes le dieron la fortaleza de ánimo para escribir e imponerse en sus ensayos, ya que en esa época para las mujeres era difícil, abrirse camino en el mundo de las letras. Los prejuicios arraigados, la sociedad patriarcal, fueron terribles escollos para las escritoras. Frente a estas dificultades, Angélica Palma alcanzó el reconocimiento de la crítica, que vio en ella a la escritora seria y estudiosa que llevaba en sus venas la sangre de su ilustre padre.
Juicios Críticos.
La historia literaria peruana, ignoró por mucho tiempo la obra realizada por las escritoras. El silencio permaneció hasta mediados del siglo XX; relegada en el hogar, la mujer pugnó a través de los siglos por salir de la postergación.
Si revisamos la historia literaria, observamos autoras que ocultaron su identidad femenina bajo seudónimos masculinos y fueron aquellas que destacaron por su talento como: Aurora Dupin que escribía con el seudónimo de Jorge Sand y que se reveló contra las costumbres de la época; Cecilia Böhl de Faber o Fenán Caballero, estudiada por Angélica Palma; George Eliot seudónimo que ocultaba a Maria Ana Evans.
Al paso de los años el silencio se fue resquebrajando; en el Perú fue encomiable el aliento y apoyo que brindó a las mujeres escritoras el Patriarca de las Letras Peruanas Ricardo Palma, que con su presencia y consejos, impulsó a escribir a mujeres de talento como: Clorinda Matto de Turner y Mercedes Cabello de Carbonera, entre otras.
Angélica Palma, ocultó por mucho tiempo su inclinación por la literatura, en vida de su padre, se dedicó con ternura ejemplar y conmovedora a ser sólo su hija, secretaria y compañera.
La faceta paterna de don Ricardo Palma, fue sin duda excepcional, ya que tuvo el mérito de criar a sus hijos en el gusto por el arte y la literatura, ejemplo de ello fueron: Clemente y Angélica Palma. Clemente, autor de “Cuentos Malévolos”, semeja sus relatos a Poe; dirigió por mucho tiempo la revista “Variedades”, fue un digno heredero de su padre, pero más cerca de don Ricardo, estuvo Angélica.
A decir de los críticos, Angélica tuvo un don especialísimo, el de hacer conversar a sus personajes con gracia y naturalidad. Fue una maestra en la descripción del ambiente y la evocación de los viejos tiempo, los paisajes, las costumbres son narradas con estilo claro, fácil y sencillo. La novela “Por Senda Propia” demostró la capacidad narrativa de Angélica Palma.
Luís Alberto Sánchez en su estudio “La Literatura Peruana” – Lima 1989, afirma que “las novelas de Angélica Palma forma parte de un género familiar, aséptico entretenido y bien escrito, aunque sin ninguno de los ingredientes que confiere calidad perdurable a las grandes obras de la literatura”. Si tomamos en cuenta el contexto social de la época, las novelas escritas por mujeres a fines del siglo XIX y principios del Siglo XX sólo son el principio o constituyen la formación de la futura novelística nacional. El mérito de estas escritoras estriba en haber vencido el temor a la crítica y de haber producido obras de carácter social.
Raúl Porras Barrenechea al comentar la obra: “Uno de Tantos” de Angélica Palma, afirma que esta novela es “Una inquietud hondamente sentida por la situación de la mujer de la clase media o alta, sujeta a todas las trabas e injusticias del amor y de los códigos que surgen a menudo de los conflictos novelescos creados por la autora y la angustia de sus personajes (…) en ninguna de las novelas la autora ha expresado nada que trascienda, protesta sufragista o feminismo de cartel, el suyo, dice Porras es un hondo y sereno sentimiento, gemelo de otras mujeres contemporáneas como Gabriela Mistral y de Delmira Agustini, ajeno a toda finalidad declamatoria. Las protagonistas de “Vencida” y “Por Senda Propia”, las dos novelas primogénitas de Angélica Palma no nos hablan de la mujer y de sus derechos, porque son ellas, con sus vidas truncas, alegatos vivientes henchidos de emoción”.
El feminismo en la obra de Angélica Palma, es evidente, sus personajes encarnan a mujeres postergadas, vejadas en sus derechos, son por lo tanto sus novelas, obras de denuncia social, en donde se retrata la sociedad de entonces como en “Uno de tantos” cuyo personaje Abelardo Torralba es un tipo ruin, egoísta y ambicioso que abandona a la madre, la amante y la hija. Sobre este personaje, afirma el maestro Porras que se trata del típico “arribista criollo, larva de genio incomprendido, cuyas etapas son el estudiante radicaloide y demoledor y el periodista declamatorio venal, que queda estereotipado para siempre en el relato de Angélica Palma (…) Nada hay sin embargo a pesar del feminismo sensitivo de la autora, de amargo ni de punzante para el protagonista viril. Tan sólo una sonrisa benévola (…) el inmenso escritor que había dentro de la envoltura de Abelardo Torralba, exportado a Madrid para asombrar a los mayorazgos del idioma, detiene su mirada ante el monumento de Cervantes para acordarse que aún no había leído el Quijote (…) y que extenuado por los tóxicos va a morir, anhelante y nostálgico frente a la casa representativa de la tierra y del hogar ausente, buscando el último alivio espiritual en el recuerdo de los suyos y hasta en los colores de la bandera de la que había abjurado”.
Los diversos juicios críticos acerca de la obra de Angélica Palma, como el emitido por la famosa pedagoga y luchadora por los derechos de la mujer Elvira García y García son significativos. Esta autora opinaba que: “Angélica Palma, se distinguió por su estilo clásico, lleno de formas elegantes y serias al mismo tiempo, y por las riquezas de sus expresiones, usando un vocabulario en la que se adivinaba a la lectora asidua de los maestros castellanos”.
El 7 de setiembre de 1935, el diario El Comercio de Lima, con motivo de la repatriación de los restos de Angélica Palma, informaba: “A pesar de que Angélica Palma buscó sus temas en nuestro ambiente, afirmando su sentido nacionalista del arte, las magníficas cualidades de su estilo rebasan la órbita de nuestra literatura y sitúan a la autora de “Vencida” en el plano más universal de los valores españoles. Entre estos, ella logró mantener y acrecentar el prestigio de las letras peruanas. Esta satisfacción le fue dada a Angélica Palma, que tuvo en España entusiastas admiradores y recibió allí significativos homenajes”.
Dora Mayer de Zulen, escribía “Primero la sombra del padre hizo, florecer el talento de la hija, después la sombra de la hija amparó las energías menguadas del anciano que terminaba sus ensueños en el arcádico recinto de Miraflores”.
Por su parte la española Concha Espina, opinaba “Un moderno historiador, Raúl Porras, nos acaba de decir que a Lima la fundaron Francisco Pizarro y Ricardo Palma, el insigne tradicionista (…) veremos con doble interés en nuestra querida Angélica a la hermana siempre juvenil de la ciudad de los Reyes, a la limeña cien por cien en patriotismo, arte y legalidad con indiscutible derecho a una singular ciudadanía que bien merece cuajarse en mármol civil, en piedra augusta y noble”.
Maria Wiesse, afirma: “Angélica Palma publicó su primera novela “Vencida” editada por la casa editora Salvat. La primera novela de Angélica Palma fue recibida con sinceros elogios por la crítica española y americana. Con “Vencida” Angélica traía una muy estimable contribución a la novela peruana, todavía en formación. La fina escritora estudiaba un tipo de mujer limeña de hace veinte años; la hija de una familia aristocrática que habiendo perdido su fortuna, se vio obligada a trabajar (…) Angélica Palma era ante todo novelista. Novelista más que conferencista, ensayista o historiadora (…) en la novela daba todo lo que poseía de cualidades literarias, de dones de observación, de agudeza psicológica. Me dijo Angélica que sus autores predilectos eran el francés Alfonso Daudet, el portugués Eca de Queiroz y el español Pérez Galdós .
Cristóbal de Castro, escribía: “Angélica fue al par contemplativa y diligente. Marta en su vida y María en su obra. Menudita y graciosa, como una donna chica, de Juan Ruiz; pero delicada y romántica como una musa de Bécquer, su don más valioso fue su bondad (…) viene a España a dirigir personalmente una edición monumental de las Tradiciones Peruanas, revuelve archivos, iconografías, epistolarios, revistas, periódicos; da conferencias, publica folletos y libros, hasta culminar la Exposición, que organizada por la “Sociedad Amigos de Palma” en 1933, recoge en sus diversas salas y vitrinas, los objetos personales, los retratos, la bibliografía, las memorias, las obras de autores diversos publicados por Palma, los prólogos, las antologías, referencias y recuerdos de España, autógrafos y manuscritos, y homenajes al gran polígrafo”.
José de la Riva Agüero gran amigo de Angélica Palma la recuerda: “…hace tiempo la conocí, dulce y risueña Antígona, junto a su glorioso y caduco padre (…). Prototipo de abnegación, encarnación de la piedad doméstica, formada con la lectura de las castizas páginas de D. Ricardo, de la Pardo Bazán y de Galdós, y apasionada de la poesía española, italiana y francesa (…) han llegado a mí noticia de las crónicas quincenales intituladas Cartas a una Turista, de Febrero a Septiembre de 1907, y varios artículos y novelas cortas en Prisma, el año de 1909, para todo lo cual usó el seudónimo galdosiano de Araceli. Después lo cambió por el de Marianela (…) con el que ya firma relatos en prosa y rimas originales o traducidas, en Arequipa Ilustrada y en diversos periódicos norteamericanos. Su soneto De Saya y Manto es de 1911 (…) es llano descubrir, en las últimas producciones de D. Ricardo, por ejemplo en los discursos a Sáenz Peña y a los estudiantes americanos, y en la carta sobre la muerte de Piérola, retoques finales de la mano de Angélica. Es de 1918 la novelita epistolar Cartas son Cartas (…) Vencida y Morbus Aureus (1918) a las que siguió, a los tres años Por Senda Propia, que me cupo el honor de prologar”.
Blanca de los Ríos su amiga entrañable, escribía: “En aquel ambiente de historia y literatura ochocentista, en que flotaba nieblas del Romanticismo español y cálidas rachas del criollismo peruano, bebió Angélica las fuertes esencias generosas de la tradición y de la lengua; pero su viva mentalidad flexible y moderna no quiso anclarse en lo pasado, aunque estribara firmemente en él para producir su obra propia y personal”.
Luís Alayza y Paz Soldan, gran amigo de la familia Palma, evocaba “…Arrojado D. Ricardo de esa casa tan suya que era la Biblioteca Nacional - El Mendigo Glorioso habíala formado entera – donde morara con su familia, buscó albergue en un casuchín estrecho, enriquecido solo por la sombra de unos fresnos y el canturreo de una acequia. Son inolvidables las charlas en torno del sillón del anciano. Hablaba con la misma sonrisa burlona que campea en las “Tradiciones”, de los vaivenes de su existencia accidentada y de los sufrimientos de la vida (…) en el corro formado por las tres amables sombritas Angélica, Augusta y Renée (…) a veces estaba Didí la nieta predilecta del anciano (…) el hijo Vital, heredero de la sal criolla de don Ricardo, que jamás ha querido trazar una línea. Ricardito (perdón por el diminutivo familiar) de cuyos donjuaneos chancéaba orgulloso el padre. Clemente que por entonces me aterrorizaba con “Cuentos Malévolos”, joya de la literatura a lo Poe en nuestra tierra.
Y siempre Angélica, que de hija habíase tornado en madre del anciano, de quien las dolencias y los años habían hecho un niño (…) Angélica, que en vida del padre viviera sobrecogida ante tanta gloria, sólo quienes la tratábamos de cerca sabíamos de su exquisito talento literario oculto hasta entonces bajo diversos seudónimos – esperó la puesta del sol para que luciese la estrella”.
Núñez de Arce, el famoso escritor español, dedicó Angélica el siguiente poema:
Flor del Perú que despliegas
tu suave corola al viento
y hoy blandamente perfumas
la tierra de tus abuelos,
si cuando vuelvas a Lima
triste de verte tan lejos
la patria de tus mayores
te inspira gratos recuerdos
y en tu corazón le guardas
filial cariño, venciendo
la presión olvidadiza
de la distancia y del tiempo,
colme Dios, hermosa niña,
de tus memorias en premio,
tu juventud de ilusiones,
tus noches de alegres sueños,
tu vida de eternas dichas,
tu hogar de dulces recuerdos,
de santa paz tu conciencia
y de luz tu pensamiento.
Y el gran Zorrilla que frisaba los ochenta años de vida, escribió para Angélica este romance:
En tu patria la del Sol,
te habló tu padre de mí,
y por verme te antojaste
al venir con él aquí.
Tu padre y yo nos quisimos
siempre bien, en tu país
te diría él de mí algo
de lo que yo de él aquí;
mas ya me has visto y te he visto,
y ¡oh peruano querubín!
ya has visto bien que no soy
lo que te han dicho que fui,
ni más que un viejo ya inútil
que hoy se tiene por feliz
de abrazarte y bendecirte
un día antes de morir.
Esta fue la vida y obra de Angélica Palma, generosa y noble, querida y admirada por todos los que la conocieron, y en justicia debiera reeditarse su obra y erigirle un monumento que perennice su imagen en el bronce, al lado de su ilustre padre, como símbolo de amor filial y por su valiosa contribución a las letras peruanas.
BIBLIOGRAFIA
1. Alberto Tauro.- Elementos de Literatura Peruana- Pág. 119
2. Augusto Tamayo Vargas.- Apuntes para un estudio de la Literatura Peruana.-
3. Ricardo Palma.- Epistolario.- Tomo II.- José de la Riva Agüero.- Pág. 445.
4. Luis Alberto Sánchez.- La Literatura Peruana.- Lima 1989.
5. Clemente Palma.- Cuentos Malévolos.- Biblioteca Peruana – 1974.
6. Mario Castro Arenas.- De Palma a Vallejo.- Populibros Peruanos.
7. Alberto Escobar y José Miguel Oviedo.- Ricardo Palma- César Vallejo- Lima 1964.
8. Angélica Palma.- Sociedad de Amigos de Palma.- Lima 1937.
9. Ricardo Palma.- Tradiciones Peruanas.- Segunda Edición.- 1987.
HOJA DE VIDA DE LA PROFESORA
Tania C. Gutiérrez Samanez (Cusco)
Profesora de Lengua y Literatura, Periodista e investigadora de literatura femenina.
Cursó estudios superiores en la Universidad de San Antonio Abad del Cusco, en la Facultad de Educación en la de especialidad Lengua y Literatura y en el Programa de Periodismo y Relaciones Públicas.
Inicia su quehacer periodístico en el diario El Comercio del Cusco, con la columna “Opinión Femenina”, enfocando temas literarios y culturales con una perspectiva de género.
Fue cofundadora del Círculo Cultural Micaela Bastidas y del Centro de la Mujer Trinidad Enríquez.
Es socia del Instituto Americano de Arte y presidenta de la Asociación de Escritoras del Cusco y presidenta del Movimiento Sur Peruano de Escritoras (Arequipa, Puno, Moquegua, Tacna, Apurímac y Ayacucho).
Es directiva de AMA (América Madre, con sede en Córdoba – Argentina) y es miembro del Comité de Defensa del Patrimonio del Cusco.
PUBLICACIONES.
La Mujer en la Literaturas Mundial, Nacional y Regional.- Revista Nº 13 del Instituto Americano de Arte.
Mujeres Célebres en la Resistencia.- Revista Mujer Andina del Centro de Estudios y Asesoramiento de la Mujer Trinidad Enríquez- 1997.
María Ester Castro, ilustre hija de Félix Evaristo Castro.- Centenarios del Diario El Comercio del Cusco.- 1996.
Trinidad Enríquez, Primera Universitaria y Precursora Social Peruana- Cusco- 2005. Gutierrez Samanez Editores.
Luis Velazco Aragón y el Enfoque de la Literatura Americana- El Antoniano UNSAAC -1999.
TRABAJOS INÉDITOS
Fantasía y Algunos Juegos (Poemario Infantil)
Bocetos (Poemario biográfico)
Legendarias Feministas del Siglo XX
Antología de la Poesía Femenina Cusqueña (Siglo XIX, XX y XXI)
Notables Educadoras Cusqueñas.
Rosa Augusta Rivero y el Discurso de Género Sur Peruano (En prensa)
Dirección: Calle Inca 357, Santiago, Cusco
Tel. 051-84-221814.
E-mail:
taguts_cusco@hotmail.comhttp://tania-gutierrez-samanez.blogspot.com/